jueves, 31 de julio de 2014

El talismán de unos amantes: Sergio Romero


La chuleta, el gran aliado de los malos estudiantes. O de aquellos que, sin ser malos, se ven pillados por sorpresa por un examen del todo inesperado. En el fútbol, no obstante, una chuleta puede ser el mejor aliado de un portero a la hora de enfrentarse a una tanda de penaltis. Andreas Kopke, entrenador de porteros de la selección alemana en 2006, le dio un papelito al meta titular germano, Jens Lehmann, para facilitarle el trabajo en ese trance ante la selección argentina. Dio resultado, y la albiceleste quedó apeada en los cuartos de final del Mundial de Alemania, una cita en la que Italia acabaría alzándose con el triunfo. Ocho años después, en Brasil, otro meta, el argentino Sergio Romero, en este caso, leía también un papelito antes de enfrentarse a los lanzadores de la selección holandesa en las semifinales de Brasil 2014. Resultado: paró los lanzamientos de Vlaar y Sneijder y dio el paso a Argentina a la final. ¿Era ese papel una chuleta? Su esposa asegura que no. Pero, antes que nada, demos unas breves pinceladas sobre quién es Sergio Chiquito Romero.

Nacido en Bernardo de Irigoyen, el 22 de febrero de 1987, su primer equipo como profesional fue el Racing de Avellaneda, en la temporada 2006/2007. De ahí pasaría a las filas del AZ Alkmaar holandés donde, cosas de la vida, coincidiría con el seleccionador holandés en la pasada cita mundialista y actual entrenador del Manchester United, Louis van Gaal. Fiel a sí mismo, y tras el disgusto de la eliminación, no dudó en proclamar que fue él quien enseño al portero a desempeñarse tan bien en una tanda de penaltis. Allí, Romero ganaría la liga y la Supercopa holandesas. En 2011, la Sampdoria, por aquel entonces en la Serie B del Calcio, decidió hacerse con sus servicios. Defendió sus colores durante dos campañas. La temporada pasada, fue cedido al Monaco, donde se convirtió en el suplente del croata Daniel Subasic.

A pesar de encadenar serios errores a lo largo de su carrera, y de su condición de suplente en el Monaco, el entonces seleccionador argentino, Alejandro Sabella, decidió mantener firme su apuesta por él. Para él, pesaban mucho más las buenas actuaciones que los fallos. En el Mundial, el arquero se empeñó en darle la razón a su técnico, por mucho que el blocaje del balón pareciera en su caso una misión poco menos que imposible. Algo a lo que muchos guardametas atribuyen al hecho de que la compañía responsable del desarrollo del esférico se centra mucho más en favorecer el fútbol ofensivo, los goles, que en complicar lo menos posible el ya de por sí duro oficio de portero.

El punto culminante de la gran actuación de Romero en el Mundial de Brasil llegó en la tanda de penaltis frente a Holanda. Después de echarle algún que otro vistazo a ese papelito que llevaba encima, consiguió desviar dos lanzamientos, por mucho que el primero de ellos estuviera a punto de darle un disgusto. Si el balón no cruza completamente la línea, aunque sea por muy poco, no es gol. No parece que el balón cruce totalmente. Y, además, parece ser que el propio jugador holandés volvió a tocar el esférico. La suerte no podía darle la espalda. Sobre todo, después de lo que reveló su esposa, Eliana Guercio. La nota que leía el portero no era una chuleta, sino un mensaje que le escribió ella y al que suele recurrir en momentos complicados. Lo que ayudó al arquero argentino a llevar a su selección a la final, aunque ahí acabara hincando la rodilla ante Alemania, no fue otra cosa que el talismán de unos amantes.

domingo, 13 de julio de 2014

El gran salto: Keylor Navas


Dudo que Keylor Navas llegue a olvidar nunca la temporada 2013-2014. Tras protagonizar una más que interesante campaña con el Levante, por mucho que el Barcelona llegara a marcarle siete goles en el estreno de la misma en el Camp Nou, el Mundial de Brasil terminó de encumbrarlo. Fue elegido mejor jugador del torneo hasta en tres ocasiones y su selección, Costa Rica, tras sorprender a Uruguay (3-1), Italia (1-0) e incluso rozar el triunfo ante Inglaterra (0-0), se plantó en los cuartos de final después de eliminar a Grecia en la tanda de penaltis. Holanda, no obstante, acabaría por pagarles con la misma moneda en cuartos, después de que el técnico oranje, Louis van Gaal, protagonizara todo un golpe de genio cambiando a su portero en el último minuto de la prórroga.

La temporada de Navas con el Levante fue del todo espectacular. No en vano, la terminó erigiéndose como el cuarto meta menos goleado, por detrás de Courtois (Atlético), Gorka (Athletic) y Diego López (Real Madrid) y como uno de los más efectivos. Fue el primero en superar las 100 paradas en la campaña 2013-2014 en Primera División, allá por el mes de febrero, y la terminó firmando un total de 161 intervenciones, casi 100 más que el menos goleado. Su nombre, desde luego, ya ha sonado como posible relevo del joven arquero belga en el Atlético, pero los colchoneros no son los únicos que suspiran por verlo en sus filas.

Nacido el 15 de diciembre de 1986 en San Isidro, Navas se inició como futbolista profesional en el Deportivo Saprisa en 2005, conjunto con el que sumó sus hasta el momento únicos títulos a nivel colectivo, entre ellos una Copa de Campeones de la Concacaf que le permitió disputar el Mundial de Clubes de 2005, aunque no llegó a tener minutos. En 2010, fichó por el Albacete, siguiendo los pasos de otro meta costarricense, Luis Gabelo Conejo, que brilló en la Copa del Mundo de 1990. Tras el descenso del conjunto albaceteño a Segunda B, fue cedido inicialmente al Levante en la temporada 2011-2012, club que se haría finalmente con su ficha después de que el Albacete no lograra el ascenso de categoría.

El Levante, en la temporada 2013-2014, se convirtió finalmente en el trampolín perfecto para un portero que cuenta con canal oficial en Youtube y por el que, aparentemente, están dispuestos a pelear grandes clubes europeos como el Oporto o el Bayern de Múnich, según han publicado varios medios de comunicación. Todo parece indicar que, por fin, le ha llegado el momento de dar el gran salto.

jueves, 3 de julio de 2014

Un portero imperial: Julio César


Si apostar por jugar de portero suele ser, por norma general y hasta la llegada de los porteros más mediáticos, algo bastante raro, en un país como Brasil, la cuna del Jogo Bonito, de delanteros como Romario, Ronaldo o Pelé, aún hoy para muchos el indiscutible Rey del Fútbol, esa apuesta se vuelve incluso más complicada. Especialmente, en lo que a la selección brasileña, la canarinha, se refiere. Moacir Barbosa, prácticamente enterrado en vida por sus compatriotas tras el sonado Maracanazo, es quizás la prueba más exagerada de ello. Pero, a veces, el destino tiene giros caprichosos. Ante Chile, en los octavos de final del Mundial 2014, con Brasil nuevamente como escenario, un portero, Julio César, se erigió como el gran héroe.

El empate a un gol se mantuvo más allá de la prórroga. Sorprendió entonces ver cómo las cámaras se centraban en un Julio César al que los ojos se le llenaban de lágrimas. Una tanda de penaltis es una oportunidad dorada para el portero. Si consigue detener algún lanzamiento, puede erigirse en héroe. El peso de la camiseta, ante su gente, tal vez era para él en ese momento un lastre. No tardaría mucho en librarse de él. Al final, sus paradas, ante los lanzamientos de Pinilla y Alexis, combinadas con el fallo de Jara, valieron el pase a cuartos de final. Su dilatada experiencia le ayudó, pero no fue lo único. Según reveló Víctor, tercer portero de la canarinha, incluso hubo algo de intervención divina.

Para el meta brasileño, nombrado mejor arquero en la Copa Confederaciones 2013, es la última oportunidad de alzarse con la Copa del Mundo. Un broche de oro para un palmarés al que, desde luego, no le faltan títulos. Nacido en Duque de Caxias el 3 de septiembre de 1979, debutó como profesional en 1997 con el Flamengo, tras formarse en las filas del Grajau. Con el conjunto de Río ganaría, entre otros títulos, cuatro campeonatos cariocas, así como una Copa Mercosur. Tras siete años en el fútbol de su tierra, el Inter fijó sus ojos en él, y se decidió por ficharlo en 2004. Después de pasar un año cedido al Chievo, dado que el conjunto milanés tenía su cupo de extracomunitarios cubierto, se incorporó definitivamente a las filas del club neroazzurro, donde ganaría cinco ligas, tres copas, cuatro Supercopas de Italia, una Liga de Campeones y un Mundial de Clubes, estos dos últimos trofeos conquistados en 2010.

Una enorme parada de Julio César en la vuelta de las semifinales ante el Barcelona, cuando se había jugado poco más de media hora y tras un buen tiro lejano de Leo Messi, contribuyó decididamente a que los italianos se metieran en la final de la Champions, que se disputó esa temporada en el Santiago Bernabéu. Allí, con Mourinho en el banquillo, el meta y sus compañeros se harían con el preciadísimo trofeo tras imponerse al Bayern de Múnich por 0-2 con dos goles del argentino Diego Milito.

El fútbol, no obstante, es cruel. No tiene memoria. Al final de la temporada 2011-2012, en la que el Inter se quedó sólo a cinco goles de su peor registro en goles concedido en el Calcio, muchos de los aficionados interistas cargaron las tintas contra Julio César, al que acusaron de haberse acomodado. La entidad fichó a un meta, el esloveno Samir Handanovic, y el brasileño expresó su voluntad de dejar el club. En agosto de 2012 iba a iniciar su aventura en la Premier League, anunciando su fichaje por cinco termporadas por el Queens Park Rangers. Su aventura tuvo poco éxito. El equipo bajó a la First, pero eso no fue motivo suficiente para que el seleccionador brasileño, Luis Felipe Scolari, perdiera su confianza en él, dadas las buenas intervenciones que había dejado el meta en su primera temporada en Inglaterra. Sus buenas actuaciones en la Copa Confederaciones le darían la razón al técnico.

Las cosas, no obstante, no fueron tan bien en su equipo. El Queens Park Rangers dejó de contar con él tras su descenso, con lo que, en febrero de 2014, llegó a un acuerdo para jugar en calidad de cedido en el Toronto FC, para llegar al Mundial con ritmo de competición. El año 2013 no fue nada bueno para él. En absoluto. El peor trago, el atraco que sufrió su esposa, Susana Werner, ex de uno de esos grandes delanteros de los que hablábamos al principio, Ronaldo, y con la que tiene dos hijos, Giulia y Cauet. Ahora, la fortuna parece decidida a volver a sonreírle. Por el momento, en lo que va de Mundial, ya ha demostrado que sigue siendo un portero imperial.