Todo parecía propicio para que el Barça rompiera el maleficio de Berna. Tras una espectacular remontada ante el Goteborg en semifinales, después de devolver el 3-0 encajado en Suecia con el hat trick de Pichi Alonso y con el arquero Javier Urruticoechea convertido en héroe en la posterior tanda de penaltis, marcando incluso uno del todo decisivo, parecía que lo peor ya había pasado. Que Sevilla iba a convertirse en lugar de pelegrinaje para los barcelonistas. Pero no. El Steaua, un equipo que parecía la víctima propicia, se convirtió en verdugo. Sobre todo, por la gran actuación de su portero, un Ducadam que fue todo un muro. Los jugadores del Barcelona estrellaron una y otra vez el balón contra él. Incluso, en una tanda de penaltis en la que logró quedar imbatido. De nada sirvió que Urruti atajara dos disparos rivales. Al final, la Copa de Europa volvió a pasar de largo.
Nacido el 1 de abril de 1959 en Semlac, Ducadam se convirtió en el gran héroe de la noche. No obstante, se vio obligado a dejar momentáneamente el fútbol. El motivo: una trombosis que estuvo a punto de costarle incluso la amputación de su brazo derecho. Las leyendas urbanas no se hiceron esperar. Que si había sido ejecutado por Ceaucescu por su popularidad, que si le habían roto los dedos por negarse a entregarle un coche con el que le habían premiado a uno de los hijos del dictador... El propio arquero desmintió este último extremo. Tras dejar el fútbol, se convirtió en guardia fronterizo en su localidad natal. Intenó montar una escuela de fútbol, con escasa suerte. Estuvo al borde de la ruina y tuvo que vender sus recuerdos como futbolista, incluidos los guantes que llevaba en Sevilla. Tras una breve estancia en Estados Unidos, regresó a su país, donde fue nombrado incluso presidente de honor del Steaua en 2010. Sus peores recuerdos no obstante renacieron en 2012, cuando tuvo que someterse a una delicada intervención quirúrgica en el brazo derecho, de la que se recuperó satisfactoriamente.
Ducadam fue el gran héroe para el Steaua en la final de Sevilla. El conjunto rumano llegó a otra final, aunque sin él bajo los palos. En el Camp Nou, el Milan le endosó un contundente 4-0. A buen seguro, sus aficionados echaron de menos a aquel arquero que, ante el Barcelona, se convirtió en todo un muro de las lamentaciones para los aficionados barcelonistas.
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